Haiman El Troudi: La esquina San Jacinto escenario de comercio
El terremoto del 26 de Marzo de 1812, quedó conocido como el terremoto del jueves Santo, ocurrido en plena gesta independentista, damnificó entre otros templos al de San Jacinto.
Ante esta catástrofe natural, el fray Felipe Mota exhortaba que el temblor era un castigo de Dios por la rebelión contra el rey Fernando VII a lo que respondió Simón Bolívar que:
La superstición logró socavar el ánimo independista en favor del gobierno español, por lo que se dieron algunas traiciones a la causa patriota, así Caracas sucumbió bajo el poder de los realistas, el gobierno patriota tuvo que rendirse y el general Miranda se refugió en La Guaira.
Uno de los solares del convento se encontraba improductivo, se construyo una plaza para el disfrute de los caraqueños y embellecer la iglesia de San Jacinto.
Contrariando lo esperado, en 1809, este lugar apacible y silencioso fue invadido por los mercaderes, a pesar de las protestas de los dominicos el ayuntamiento, por el aumento de la población en Caracas, habilitó este espacio para el expendio de víveres las explanadas de Altagracia, San Pablo y San Jacinto, en esta última se vendía el pan, frutas y dulces.
En 1865 se entregó a Mercado Central y el convento fue derribado en 1881. Mercado que fue inaugurado en 1896, según planos del ingeniero Juan Hurtado Manrique, construido con unas estructuras de hierro, reuniendo en estos espacios la actividad comercial que tenía lugar en la Plaza Bolívar.
Haiman El Troudi señala que esta plaza fue decretada Monumento Histórico Nacional en 1977, plaza que evoca el convento de San Jacinto que da nombre a la Esquina de San Jacinto, construido en el siglo XVI. Como dato curioso existe en este céntrico lugar, un reloj de piedra que se le atribuye al barón Alejandro de Humboldt, grabado en 1703.
Ante esta catástrofe natural, el fray Felipe Mota exhortaba que el temblor era un castigo de Dios por la rebelión contra el rey Fernando VII a lo que respondió Simón Bolívar que:
“¡Si la Naturaleza se opone, lucharemos contra ella…!”
La superstición logró socavar el ánimo independista en favor del gobierno español, por lo que se dieron algunas traiciones a la causa patriota, así Caracas sucumbió bajo el poder de los realistas, el gobierno patriota tuvo que rendirse y el general Miranda se refugió en La Guaira.
En ese contexto se construye el Convento del padre dominico San Jacinto que hoy ofrece su nombre a la esquina de San Jacinto, fruto de las donaciones ordenadas por el cabildo que hicieran sus parroquianos, entre ellos Don Simón Bolívar.
Uno de los solares del convento se encontraba improductivo, se construyo una plaza para el disfrute de los caraqueños y embellecer la iglesia de San Jacinto.
Contrariando lo esperado, en 1809, este lugar apacible y silencioso fue invadido por los mercaderes, a pesar de las protestas de los dominicos el ayuntamiento, por el aumento de la población en Caracas, habilitó este espacio para el expendio de víveres las explanadas de Altagracia, San Pablo y San Jacinto, en esta última se vendía el pan, frutas y dulces.
En 1865 se entregó a Mercado Central y el convento fue derribado en 1881. Mercado que fue inaugurado en 1896, según planos del ingeniero Juan Hurtado Manrique, construido con unas estructuras de hierro, reuniendo en estos espacios la actividad comercial que tenía lugar en la Plaza Bolívar.
La Plaza de San Jacinto también fue llamada de "El Venezolano" siendo utilizada para la economía informal. En la actualidad es un lugar de visita muy transitado, punto de referencia para visitar la Casa Natal del Libertador, Simón Bolívar y su Museo que conserva algunas de sus piezas originales tanto de su residencia como de sus prendas.
Haiman El Troudi señala que esta plaza fue decretada Monumento Histórico Nacional en 1977, plaza que evoca el convento de San Jacinto que da nombre a la Esquina de San Jacinto, construido en el siglo XVI. Como dato curioso existe en este céntrico lugar, un reloj de piedra que se le atribuye al barón Alejandro de Humboldt, grabado en 1703.
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